miércoles, 19 de septiembre de 2018

Y, de repente, 34

El último año se podría describir de muchas formas, pero si tuviera que elegir una palabra sería: difícil.
Mañana ya es jueves y me recuerdo va bastante embarazada y sin saber que ya no iba a volver a trabajar en lo que quedaba de 2017.
A pesar de lo lento que han pasado los meses, la edad no perdona, y en todo el tiempo no me he acostumbrado a pensar que tenía 33 años, incluso siendo un número capicúa o la edad de Jesucristo. A ver si con los 34 años se me da un poquito mejor la cosa. 
He aprendido que hay que celebrar cada momento, estar orgullosa de la edad a la que se ha llegado, relativizar los problemas y que lo que se dice en la lotería de Navidad es verdad. Lo más importante es la salud. El dinero garantiza tener un mejor acceso a la sanidad, pero no puede comprar la salud.
También he recordado que los niños vienen cuando quieren y que un embarazo deseado siempre viene en el momento perfecto, porque si hubiera que elegirlo nunca vendría bien. 

Somos unos privilegiados, por nacer donde nacimos, con los padres que hemos tenido, por poder estudiar lo que estudiamos y vivir donde vivimos. No hay que olvidarlo y hay que ser agradecida con lo que se tiene. 
Al año que ha empezado solo le pido una cosa, y por ahora parece que vamos bien encarrilados. Abriremos nuevos caminos y seguiremos disfrutando de ser uno más en la familia. 
Y quién sabe, después de un verano perfecto, igual nos respeta el invierno. Por pedir, que no quede. 
Por si aún quieres hacerme un regalo, puedes donar aquí:
Care-For-Rare Foundation, fundación para las enfermedades raras del Haunersches Kinderspital

Una canción: