La verdad que no hay cosa peor que el consumismo en cambio de temporada.
Empiezas a sacar la ropa o los zapatos del año anterior y descubres que ese jersey que no te gustaba nada sigue impecable, mientras que aquellas botas que te encantaban están hechas una pena.
No es que sea casualidad, claro está, pero ahí entra en juego las ganas irrefrenables de comprar y empezar la temporada con la ropa nuevecita.
Cambiar de país ayuda bastante, todo hay que decirlo. "Es que esto aquí no me va a servir", "esto no abriga lo suficiente" o el infalible "si es que ya está un poco viejo, mejor ahora que luego no quedan tallas".
Y así te pones y te pones, y al final tienes un armario completo nuevo de cosas que, ojalá, te pondrás dos veces.
He de decir que con los patines, a pesar de lo accidentado del final de verano, he conseguido romper esa racha y usarlos al menos dos veces para soltarme antes de que llegara el frío y se acabaran los días de sol. Ahora queda ver si realmente vamos al Blade Night a la vuelta en verano, pero eso será otra historia...
Por ahora me quedan los pantalones de nieve, las botas, las botas más monas pero de cuero que abriguen, el chaquetón de snow, la felpa-orejeras rescatada de mis tiempos de la Sierra y la incertidumbre de si 10 años después (ó 13 más bien) me volverá a no gustar esquiar o habré cambiado.
Empiezas a sacar la ropa o los zapatos del año anterior y descubres que ese jersey que no te gustaba nada sigue impecable, mientras que aquellas botas que te encantaban están hechas una pena.
No es que sea casualidad, claro está, pero ahí entra en juego las ganas irrefrenables de comprar y empezar la temporada con la ropa nuevecita.
Cambiar de país ayuda bastante, todo hay que decirlo. "Es que esto aquí no me va a servir", "esto no abriga lo suficiente" o el infalible "si es que ya está un poco viejo, mejor ahora que luego no quedan tallas".
Y así te pones y te pones, y al final tienes un armario completo nuevo de cosas que, ojalá, te pondrás dos veces.
He de decir que con los patines, a pesar de lo accidentado del final de verano, he conseguido romper esa racha y usarlos al menos dos veces para soltarme antes de que llegara el frío y se acabaran los días de sol. Ahora queda ver si realmente vamos al Blade Night a la vuelta en verano, pero eso será otra historia...
Por ahora me quedan los pantalones de nieve, las botas, las botas más monas pero de cuero que abriguen, el chaquetón de snow, la felpa-orejeras rescatada de mis tiempos de la Sierra y la incertidumbre de si 10 años después (ó 13 más bien) me volverá a no gustar esquiar o habré cambiado.
Ains a mi en estos cambios de temporada, miedo me da pisar un centro comercial y horror como mire un escaparate U_U
ResponderEliminarjejeje, pues la Andrea se ha ido hoy al Lidl y también ha arramblado con todo en la visita ;)
Eliminar¡Pero tenemos excusa, que ya está nevando!