Y llegó el momento. De subir al tren rumbo al norte y empezar proyecto nuevo, vida nueva (sólo a trozos, los fines de semana no entran) y temporada nueva.
Porque con la semana llegó el calor.
Resulta que ahora trabajaré como ingeniera de pruebas. Una grata sorpresa, ya que hasta ahora pensaba que lo único que haríamos sería un copiar y pegar a mansalva y con un poco de suerte en septiembre pasaríamos de ver el tren por allí rondando a montarnos para un par de ensayos.
Pero no, desde el primer día prácticamente haciendo cosas. El segundo fue la formación como jefa de pruebas (lo de jefa bien, lo de las pruebas ya veremos) y poner a tierra la catenaria. Tantos años oyendo hablar de eso, de la pértiga y los pesos y ahora entiendo de qué va ;)
Luego ya empezamos con abrir y cerrar válvulas, las puertas, poner y quitar el freno. Un tren tiene miles de tipos de freno, y el doble de nombres para cada uno, así que de aquí a ser experta me queda un rato.
No diré que no se echa de menos estar en casa. Tener un piso propio ayuda, pero la mala costumbre de tener al Marommo ahí al llegar a casa se echa de menos.
Ahora un fin de semana de vuelta, con sol y tormenta, como debe ser en Múnich, y vuelta a empezar.
Aún queda negociar un par de cosas e intentar no echar más horas de las que humanamente se pueda. Creo que al final me tendré que soltar con el coche para hacerme independiente, y como diría una madre, aprenderé mucho y será una muy buena experiencia, pero así visto, lo de madrugar tanto puede que me mate antes.
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Hace 2 meses
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