Anoche vi por fin V de Vendetta. Para haber sido una película que ha marcado tanto mi vida, he tardado bastante realmente.
En realidad me alegro de no haberla visto antes, porque lleva razón.
Cuando el #15M estuve ahí, de pie, horas y horas, esperando que pasara algo, que hubiera alguna reacción por ir de forma pacífica. Nos tendrán miedo, nos escucharán. Pero nada.
Se han reído de nosotros y lo peor es que se siguen riendo en nuestra puta cara. Los unos y los otros.
Por ahora la única solución que existe para que las cosas cambien no es pacífica, es puramente violenta.
Pero, ¿por qué nunca pasa nada? Pues porque no queremos.
Un año y medio después de aquello aquí estoy, en otro país. Enganchanda a los Consejos de Ministros de los viernes, a las noticias y al tuiter, esperando todavía que pase algo. Que la gente un día se levante y sea distinta, que sea mejor.
Pero no va a pasar solo. No me he quedado a cambiarlo y no espero que nadie sea diferente.
Fuimos la generación de las manos blancas y de la Puerta del Sol. No nos educaron en la violencia, sino en rechazala. Quien más quien menos en España ha sufrido el terror cerca y no querría por nada del mundo repetirlo. No se puede esperar que de un día para otro cambiemos y nos volvamos terroristas, ni siquiera que dejemos de ser unos chorizos de corazón, orgullosos de nuestra picaresca.
Pero todo llega. Es cuestión de tiempo. Y si ahora no lo somos, quién sabe cuándo empezaremos a serlo. Cuándo se equilibrará la balanza, o se desequilibrará, y acabaremos como en Grecia. A tiros con el Parlamento por no haber sabido cómo arreglarlo antes de llegar a eso.
Remember, remember, the fifth of november...
En realidad me alegro de no haberla visto antes, porque lleva razón.
Cuando el #15M estuve ahí, de pie, horas y horas, esperando que pasara algo, que hubiera alguna reacción por ir de forma pacífica. Nos tendrán miedo, nos escucharán. Pero nada.
Se han reído de nosotros y lo peor es que se siguen riendo en nuestra puta cara. Los unos y los otros.
Por ahora la única solución que existe para que las cosas cambien no es pacífica, es puramente violenta.
Pero, ¿por qué nunca pasa nada? Pues porque no queremos.
Un año y medio después de aquello aquí estoy, en otro país. Enganchanda a los Consejos de Ministros de los viernes, a las noticias y al tuiter, esperando todavía que pase algo. Que la gente un día se levante y sea distinta, que sea mejor.
Pero no va a pasar solo. No me he quedado a cambiarlo y no espero que nadie sea diferente.
Fuimos la generación de las manos blancas y de la Puerta del Sol. No nos educaron en la violencia, sino en rechazala. Quien más quien menos en España ha sufrido el terror cerca y no querría por nada del mundo repetirlo. No se puede esperar que de un día para otro cambiemos y nos volvamos terroristas, ni siquiera que dejemos de ser unos chorizos de corazón, orgullosos de nuestra picaresca.
Pero todo llega. Es cuestión de tiempo. Y si ahora no lo somos, quién sabe cuándo empezaremos a serlo. Cuándo se equilibrará la balanza, o se desequilibrará, y acabaremos como en Grecia. A tiros con el Parlamento por no haber sabido cómo arreglarlo antes de llegar a eso.
Remember, remember, the fifth of november...