miércoles, 20 de agosto de 2014

LA boda del año

Todo el mundo sabe que el Marommo y yo vamos a muchas bodas. Bueno, más bien, que nos invitan a muchas bodas y unos años vamos a más y otros años a menos según se pueda.
Este año van a ser 14 invitaciones, incluyendo ésta última que ha sido doble.
La verdad es que es curioso, cuando nosotros con la prisas al final no invitamos a los amigos y les agradezco que no sean rencorosos y lo comprendan, aunque alguno siga todavía reclamando una barbacoa.
Obviamente con esta boda no soy objetiva, pero me ha gustado y me ha parecido bonica.
No fue una boda al uso, hubo dos novias hermanas, dos novios, un padrino y dos madrinas, la mesa nupcial fue con la hermana del novio y el hermano del novio, hubo niñera y castillo hinchable, lloró (casi) todo el mundo dando el discurso, hubo nubes, hubo sol y como era Canarias hubo calor.
Para mí que no tengo hermanos fue una boda muy especial, la de mi cuñado va a ser la boda en la que más co-protagonista voy a ser de las que me inviten. Allí intentando que al final hubiera fotos de todo el mundo, aunque obviamente en vano, y mientras peleando con una perra que se escapaba y una sobrina que intentaba hablarle en inglés sin ningún éxito.

Hubo cosas muy bonicas y cada vez más caras conocidas. La comida fue buffet y hubo barra de golosinas, que parece ser un "must" últimamente en las bodas. La cena fue paella que viviendo fuera se agradece un montón y no faltaron los cubatillas.
Los que sí faltaron fueron mis padres, pero a estas alturas ya no se les puede tener muy en cuenta.
Ahora ya ha pasado y queda la resaca. Unas vacaciones muy cortas y con mucha familia, pero también con curso de paddle surf y visita a los loros del Palmitos Park.
Ya para la próxima queda un poco más, ¡la de Múnich!, y luego la última en octubre. 
Para los que estén pensando en consejos, que no nos pregunten. Mejor a Mainfield in Love que se lo estudia todo.

Llevar el perro a Canarias, a Las Palmas de Gran Canaria

Al final esta semana nos llevamos a la perra al viaje a Gran Canaria. Antes de ir vi esta noticia donde se habla de que desde el año pasado en la isla hay una playa donde pueden ir los perros, de ¡6.000 metros cuadrados!
No es que sea mentira, pero desde luego es para iniciados. Fuimos el domingo a probarla, y sólo llegar es una aventura. Está en el término municipal de Jinámar pero realmente está en la costa, al lado del centro comercial de Las Terrazas. Lo mejor es salir ahí... y saber dónde está. Porque no hay ningún cartel a la playa de Bocabarranco, simplemente en la rotonda que sale de la autovía GC-1 hay una salida más sin señalizar, que da a un parking preparado para los visitantes.
Playa de Bocabarranco (Jinámar, Gran Canaria)
También es zona natural de una planta autóctona, pero está visto que no se quiere que vaya nadie que no esté muy informado. Ni que se quiera bañar, porque con las corrientes, el viento y las olas que tiene siempre, no es nada recomendable el baño para nadie y es casi imposible tumbarse a tomar el sol.
Con tu perro. sí, pero sólo a pasear y de vuelta al coche.
Además, entre junio y septiembre está prohibida su utilización los fines de semana y festivos, de 13:00 a 17:00. No sé si será por las corrientes, por las mareas o porque salvamento marítimo pasa de ir a esa playa cuando hay mucha gente en las demás, pero está claro que ya eso sí que es un poco abusivo.
Nosotros por suerte fuimos antes y nos fuimos pronto y la experiencia genial. Muy pocos perros, claro, quién va a estar allí, así que pudimos disfrutar mucho.
Uno dirá, pues qué más da. No, porque ése es el principio. Lo que es en Las Palmas de Gran Canaria no se puede ir con el perro a la playa de Las Canteras (normal), pero tampoco pasear por el paseo marítimo al lado, ni siquiera por las bocacalles perpendiculares que sean zona peatonal. Se acabó tomar una cerveza en una terraza con el perro tumbado al lado mirando el mar. O disfrutar de la brisa nocturna a la hora del paseo matutino o vespertino. Eso, dentro de la ciudad, donde hay muchos coches, las aceras son estrechas y los árboles están fortificados con círculos de metal o cemento para que no quede ni un milímetro libre de tierra alrededor. Que los perros meen y caguen en la acera, o que aguanten media hora hasta el próximo parque donde puedan hacer sus cosas. 
También decir que en la zona de Santa Catalina hay un parque donde pueden estar sueltos, que no todo es malo, aunque la mujer del apartamento, que permite perros, nos recomendó no ir porque los clientes suelen volver quejándose de que el perro coge pulgas.
Ahora sólo queda que la gente deje de ser una guarra y se gane el respeto de los demás y la posibilidad de llevar a su perro a más sitios. Mientras en los pocos sitios donde se puede, la gente no recoja la mierda de sus perros, no se puede esperar otra cosa.
Mientras unos van con su botellita de agua con jabón a limpiar la meada del perro en la acera, otros miran para otro lado en cuanto pueden, y claro, pagan justos por pecadores.