miércoles, 31 de agosto de 2016

Hoy me he escondido

He tenido una reunión de trabajo de las de ir y volver en el día en avión y me he escondido en el baño para sacarme leche y no morir de dolor o ponerme mala.
Normalmente paso la jornada laboral completa sin problemas en la oficina y el cuerpo ya sabe que cuando llegue a casa por la tarde allí está Rano, así que no me sube la leche hasta un poco antes de irme.
Por eso la última vez que viajé me confié y sólo salí un momento al baño a mear, porque en cuatro horas de reunión no habían planeado ni una pausa. Ni para beber agua siquiera. En días así se hubiera agradecido algún fumador en la sala.
Acabé con la camisa mojada, dos veces, ordeñándome en el baño del aeropuerto y con un dolor continuo durante cinco horas, que no se me quitó hasta bastante después de llegar a casa.
Hoy ha ido mejor. He hecho todo lo que he podido. He tenido que pedir una pausa después de casi tres horas de reunión, que creo que uno de los compañeros con edad de tener problemas de próstata ha agradecido, pero he podido irme un rato. 
A descansar no mucho, más bien a esconderme y liberarme.
Es algo vergonzoso, aunque aún no sé muy bien por qué. Dije que no me iba a quedar a dormir porque sigo dando el pecho, pero al parecer el resto del día el problema no existe.
Así que he decidido contarlo y al menos de palabra no esconderlo. A ver si así con el tiempo se normaliza y se reconoce.
No hace falta quitar el pecho por volver a trabajar, sólo hace falta un poco de desahogo.