miércoles, 10 de abril de 2013

Perdidos en mitad de los Alpes

El trineo a la mañana siguiente
Este fin de semana nos fuimos por segunda vez a una Hütte, esto es, a una cabaña perdida de la mano de Dios en mitad de la montaña rodeada de nieve.
El caso es que como la escapada estaba planeada para abril (por un problema con la reserva), en un principio estábamos un poco tristes porque ya no iba a haber nieve. Claro, que luego con el invierno que había nos pusimos contentos, ¡porque para entonces ya no iba a haber nieve!
Pues nada, si no quieres caldo, toma tres tazas. En este caso, de nieve.
Y de niebla, porque vaya tela con la niebla. Ha habido días peores, como cuando subimos a la Rodelbahn de Blomberg a tirarnos con el trineo, pero esta subida de dos horitas no estuvo nada mal tampoco.
No diré que en la subida me lo pasé bien. Lo pasé fatal, me moría, me palpitaba la cabeza, y fui un coñazo y luego estuve supercabreada por dejarme engañar. Luego lleva razón Andreonci que se pasa un poco, y lo recuerdas todo más bonito, y el rato en la cabaña y eso, pero creo que lo de ir con el grupo de los rápidos no fue buena estrategia. Aunque el Marommo necesitara llevar a rastras dos trineos para estar casi igual de cansado que yo, no quita que no estoy en forma. Para nada.
Luego en la cabaña muy bien. Aunque éramos más españoles nos mezclamos más con la gente, ya que allí había otros españ... perdón, catalanes. Hasta Berto Romero, sin ir más lejos.
Jugamos al Bang, bueno, enseñamos a jugar al Bang, porque cada vez había alguien nuevo, pero moló. Bebimos cerveza, que alemanes muy majetes subieron en cajas desde la otra cabaña. Nosotros hubiéramos pensado en subir cada uno un par de ellas, pero no, ahí ellos y algún ambientado, subiéndolas a pulso. 
También tomamos chupitos, y comimos chile vegetariano (sin carne, vamos, y con tofu) y lentejas, ¡muchas lentejas!
De lo mejorcito, eh? Quién iba a decir que era algo tan fácil de preparar y reconfortante.
La cabaña no tenía agua caliente, ni ducha, la calefacción y el fuego de leña, y las camas estaban juntas a cholón. Alguno se llevó un abrazo indeseado y echó de menos alguno deseado ;)
Luego la bajada en trineo genial... culeando, con ondicas. Muy entretenida, vamos. He descubierto que los trineos esos modernos de palo no están tan mal para uno solo, y que lo de frenar tanto con el de madera no es bueno. No mueres, pero se encalla mucho.

Vamos, como experiencia muy bien, pero para la próxima tiene que pasar más tiempo para que se me olvide lo de la subida, o más deporte ;)
Para los valientes, subida a la cabeza del diablo
August-Schuster-Haus (Pürschling-Haus 1564 m)

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