jueves, 5 de septiembre de 2013

Todo por el trabajo

O todo por conseguir volver a casa antes.
Esta semana está siendo una matada. Por la paliza de horas que llevo encima, que llevamos, y por la parte personal.
No es sólo el entrar pronto y el no saber a qué hora te vas a ir, que eso hay mucha gente que le pasa. Es el dormir mal, a sobresaltos, y el tener la sensación de que da igual lo que adelantes, se acostumbrarán y querrán que abarques el doble en la mitad de tiempo.
Cuando los españoles decimos que aquí en Alemania la gente trabaja lento, deberíamos a pararnos a pensar el por qué. No es porque lo hagan mejor o cometan menos fallos, que no lo es. Sino porque no merece la pena. Te quedas sin trabajo y te dan más. Y ya está.
Bueno, en algunos casos no te dan más y te quieres tirar por un puente del aburrimiento. El internet se acaba, como dice un compañero, y las horas pasan lentas.
Pero bueno, esta vez no está siendo así. La gente no para de entrar a ver si he terminado cosas y es complicado siquiera empezarlas con tantas interrupciones.
Por suerte he tenido mucho tren. El tren me gusta mucho, todavía, aunque me canse y quiera matar un poco a los demás cuando no paran de hacer pausas para fumar o se ponen a testear lo que les sale de la punta del rabo.
Ay, cómo hecho de menos decir "la punta del rabo" y que me entiendan, y quedarme a gusto.
Algunos dicen que lo malo de que te pasen cosas malas estando lejos es estar solo en la distancia. No, eso no es lo malo, porque en el fondo, y aunque esté feo decirlo, ayuda a desconectar. Lo malo de estar lejos es cuando hablas con la gente que está cerca y no puedes hacer nada para estar con ellos.
Esta semana murió mi prima, después de ocho años de lucha. Me parece increíble todas las cosas que hizo y que disfrutó, a pesar de lo que le costaba. Los cruceros, las fiestas. Claro, lo que veíamos.
Siempre hay estadísticas que dicen que el cáncer se cura en un no sé cuántos por cien de los casos. Aquí por desgracia cayó en el otro.
A veces pienso que, cuando pasen los años y se descubra cómo funciona, miraremos atrás y pensaremos las barbaridades que hacíamos para combatirlo, como vemos las sangrías de la Edad Media.
Pero por ahora no nos queda más remedio que aprender a convivir con lo que nos toca. Aprender a valorar lo que tenemos y disfrutar cada momento como si fuera irrepetible, porque lo es.
Este trabajo y este espíritu aventurero lo que tiene, es no poder coger un coche y plantarte en ningún lado. Ni siquiera tal vez disfrutar de un fin de semana completo en algunos casos.
Luego se sorprenderán de que la gente no quiera venirse. No hay tanto verde para compensar las pequeñas cosas.
Un besico a todos, en especial a Manolo.
Que disfrutéis el fin de semana.

3 comentarios:

  1. Pues ánimo, al final hay partes buenas y partes malas en el trabajo. Y en la vida... puff... Hay veces que es difícil, ánimo de nuevo.

    ResponderEliminar
  2. Mucho ánimo otra vez Elia.

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias a ambos. Ahora hay que aguantar el mal sabor de las malas, pero espero que pronto lleguen otras buenas :)

    ResponderEliminar

Ya que lo has leído, coméntame qué te parece, no?