miércoles, 22 de febrero de 2012

Cogiéndole cariño

No sé cuál es el punto de inflexión en el que empiezas a cogerle cariño a una ciudad como si fuera tuya. No sé si es cuando paseas y te la conoces mejor de lo que creías, si es cuando te vas de vacaciones y vuelves o si es simplemente cuando ves una foto muy chula y piensas "y yo vivo ahí".
En Madrid tardé mucho en encariñarme. De hecho podría decir que no me fijé en ella hasta que me fui de Erasmus y al volver sentí que volvía a casa. Fue muy raro, porque me di cuenta de que ya no sentía eso por Granada. Incluso que a veces olvidaba decir Graná. Supongo que es como los amores, no puedes tener dos simultáneamente en el corazón.
Y con Múnich pensé que me pasaría igual. Tanto metro, tanta gente, todo tan ajeno. Pero no, dicen que en verano está preciosa y yo la recuerdo muy bonita aquel año que el verano cayó en abril, pero creo que no va a hacer falta que pase tanto tiempo.
Cuando se cae con buena gente y se dispone de tanto tiempo libre, todo viene mejor.
Ya sólo me queda superar lo de las escaleras mecánicas y el tener que dejar pasar un metro de lo lleno que va, y nuestra relación irá como la seda.
Besos desde las Germanias.

3 comentarios:

  1. Jode, en Madrid no dejas pasar metros por lo petado que va? yo en línea 10 hasta 3 he dejado pasar :s

    Borja

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  2. Pues me lo han contado, sobre todo de Atocha, pero yo en mis propias carnes no lo he vivido nunca.
    Supongo que es lo que tiene haber ido siempre en dirección al centro y últimamente sólo andando ;)

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  3. De todas formas, el hecho de que la ciudad tenga cosas igual de insoportables que Madrid no lo hace más llevadero, eh?

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